Entonces, ¿qué crees que hizo nuestro héroe? ¿No lo sabes? Pues te diré lo que hizo. Nuestro héroe dejó que lo apresaran porque tenía planeado encontrarse con el capitán Malapata en prisión. Ya se preocuparía de salir de los muros infranqueables de los que nunca había conseguido escapar nadie. Nuestro héroe se dijo a sí mismo que siempre hay una primera vez para todo.
El abuelo le cuenta al nieto la historia que recuerda de cuando era niño y, por supuesto, no evita invenciones sobre la marcha y alguna trasgresión histórica sin importancia. Y el nieto, mientras se embelesa con la historia, también se va quedando dormido, pues ese es el propósito final del cuento, que se duerma, y antes de caer del todo, le llama la atención el tamaño del abuelo, que ha menguado, le parece al niño, que está ya casi dormido, y se ha ido convirtiendo en otro niño de su misma edad, que, metido en una caja de cartón, se defiende de las olas y de las sirenas y con la tapa de una vieja olla evita los abordajes de los piratas Malapatas que pueblan su habitación mientras con la otra mano, no sabe si con la izquierda o con la derecha, cercena las cabezas de monstruos marinos con cabeza de dragón que escupen fuego y confeti y vuelan por la habitación sorteando la lámpara de Caillou y cayendo a plomo sobre su edredón finalmente.