“Los árboles no dejan ver el bosque. Yo digo: no te olvides del bosque pero observa la de cosas que nos está diciendo este árbol.”
(Clara Duque, Apócrifos de El sur).
Este corazón late deprisa mientras se forma.
Esta historia habla de un corazón, del envoltorio que lo cubre: el hombre.
Pero no es el de un hombre cualquiera.
Ningún hombre es cualquiera. No existe ese tal o cual.
Existe él.
Su nombre no lo diremos.
Pero no es un hombre cualquiera. Sigue sin ser un hombre cualquiera.
Este hombre no nos gusta.
No es que sea malo.
Es un hombre que no suele hablar mucho. Ya no lo necesita.
Al comienzo de esta historia lo encontramos sentado.
Está en el balcón, leyendo.
Se despereza.
Se incorpora.
Deja el periódico en el asiento.
Salta.
Ese hombre que ha saltado no es cualquiera.
Es un hombre que está muerto.
Un hombre que antes no lo estaba.
Muerto.
Este corazón
no es el de un hombre cualquiera.
Este hombre
ya no lo necesita.
[Este relato lo inspiró, para bien o para mal, el tema “El Hombre Bosque En Llamas” del álbum “El bosque en llamas” (2009) de Pumuky.]