La mujer entusiasta frecuenta al hombre sincero. Ambos se compenetran a la perfección. La mujer entusiasta recibe cada estímulo de forma apasionada mientras el hombre sincero le dice que no es para tanto, que es la verdad, aunque ella parece disfrutar lo mismo. Es una relación perfecta. La mujer entusiasta es inmune al desaliento y el hombre sincero lo corrobora y se lo hace saber cada vez que surge la ocasión. No es para menos.