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Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

El duelo infinito

Se levantó temprano como tenía por costumbre, aunque no tenía que madrugar para trabajar. Después de desayunar, se montó en la bici e hizo 7,2 kilómetros mientras escuchaba el último LP de Spain que había recibido la semana anterior. Con el lío que se había montado, no había tenido tiempo ni de sacar el disco de su funda. Se bajó de la bici y se duchó. Ni la figura de Supermán sin piernas sobre la pila del lavabo ni el gel exfoliante para pieles delicadas que asomaba del neceser, le distrajeron de su propósito de aprovechar la mañana. Sin embargo, le asaltaron algunas dudas. ¿Se iba directo al centro y consultaba la lista de libros que desde hacía meses llevaba en la cartera? ¿Se quedaba en casa y escuchaba vinilos, mientras escribía un poco sobre sus emociones? ¿Se iba a tomar una caña y compraba el periódico que sabía perfectamente que no leería? Podía masturbarse y llorar, pero la idea, aunque tentadora, la desechó. Al final, se echó en la cama hasta que el libro que estaba leyendo de Samuel Beckett lo anestesió y se durmió. Despertó tarde y con apetito, así que pidió japonés y se bebió una botella de vino blanco que había guardado para las grandes celebraciones. No tenía nada que celebrar, cierto, sino todo lo contrario, pero el vino era excelente y aquella ocasión eran tan buena o tan mala como cualquier otra. Durmió de un tirón y se despertó con una leve resaca que la ducha fría eliminó por completo. Era lunes por la mañana y trabajó en la portada del disco hasta la hora de almorzar. Envió dos muestras al cliente y se sentó a esperar. Almorzó y vio una película de gladiadores que le pareció entretenida, a pesar del final previsible del héroe y su familia. Por la tarde, poco antes de ponerse a merendar, se acordó de que tenía que regar las plantas porque, al cruzar el patio para rescatar una caja de vinilos que se había traído de casa de sus padres hacía años, se fijo en que algunas plantas tenían las hojas amarillas. Estuvo escuchando aquellos vinilos hasta casi las tres de la madrugada. Le entró sueño con ‘Fragment Two’, preciosa canción de These New Puritans, y se acostó allí mismo donde estaba, en el sofá.
Lo intentó, lo intentó de verdad, pero la pena no llegaba.
Pensó que la pena llegaría en cualquier momento, pero estaba equivocado. Recibió un email con la propuesta aceptada del cliente, aunque  solicitaba algunas modificaciones que, como bien sabía él, desvirtuaban el sentido del original. Obviamente, como estaba esperando que le llegara la pena, hizo los cambios sin pedir explicaciones, sin importarle que su diseño ya no fuera su diseño.
Los días siguientes la pena no llegó. Rememoró el momento en que debió sentirla, el momento exacto y, a pesar de la exactitud de su recuerdo, la pena no llegó. Tal vez, pensó, la pena llegó, y es esto.
Qué equivocado estaba.
La pena llegó, sí. Estaba sentado en el sofá, respondiendo a un email del cliente en el que le pedía que retomase el diseño original. Pero esta vez, angustiado por si la pena llegaba, él no había guardado una copia del original. Y en ese momento, la pena llegó. Rememoró el momento exacto, el color de los objetos, la sombra de aquello que no había visto venir y que era grande y se acercaba y nada podía hacerse ya. Entonces, su familia volvió a él. Recordó al niño, tan inocente, su manita tocando los dedos alargados de la madre. Recordó, sí, y la pena se lo llevó todo. Y no hubo cambios y no hubo vuelta atrás.

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


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