No eres tú más que nada porque has dejado de importarme cuando me estabas importando demasiado y se me estaba haciendo insoportable y no había quien me soportara. Acaban de anunciarme que hay vida inteligente en el dedo gordo de mi pie, así que voy a correr un rato para que veas que no me achanto, a pesar del dolor que produce tener vida inteligente en ese dedo. Ni estás ni te espero ni quiero que vengas porque ni te he llamado ni te llamaré. Entiende que el dolor ha sido insoportable y que no estamos hechos el uno para el otro, que unas cosas son como son, y no hay que darle más vueltas. O mejor: lo que no puede ser no puede ser. Tú, a este lado. Y ese no puede ser de ningún modo mi lado. Me niego. Y a ti tampoco te hará mucha gracia. Que es ponerse. Pero no. Ya te lo digo yo. En el dedo gordo de mi pie han descubierto vida inteligente hace un rato y yo me he ido a correr y ya estoy de vuelta y no te espero. Ni ganas. Estoy como de vuelta de todo. Algo cansado, no confundido. Ya quisieras. Me voy a pasar la lima por el dedo y ya verás dónde se va la vida inteligente. O eso o me voy indefinidamente. No es una amenaza. Verdad de la buena. Para siempre. La vida inteligente del dedo. No me esperaba esta resistencia frente a la lima. Hace pucheros, acude al manual de podología, maldice, habla en otros idiomas, más que nada por probar. Me recuerda a ti unas veces y a ti otras, precisamente cuando dejas de ser tú y eres más tú que nunca. No me achanto. Ataco. Con todo. No es para menos. Invado el dedo con todas mis tropas, suelto a mercenarios, renegados, parias. No me importa morir. Me pongo a correr de nuevo. Nunca me dio resultado contigo, pero bajé de peso, eso sí. Creo que estoy ganando y mi dedo gordo lo agradece y tú has dejado de importarme. Está claro que voy a ganar esta batalla. La vida inteligente en el dedo ya está pidiendo clemencia. No se la doy. Nunca tendré suficiente aunque ya no me importes. Me arranco el dedo. Me animo con el pie entero. Cojeo hasta la mesilla. Me dejo caer sobre la cama. Espanto las moscas que han empezado a rodearme el muñón sanguinolento. Ya no me importas. Lo digo de verdad. Muerdo fuerte el edredón que me cubre la cara. No me oyes gritar. Aniquilada toda vida inteligente, ya no me importas. No voy a ahorrarte la hemorragia. Ya no me importas. Me siento ir. Importas ya no me. No. Ya. Me. Importas.