Ya hemos llegado, un año más, a la noche mágica de San Juan. Esa noche, la del 23 al 24 de junio, en la que las puertas de los mundos se abren para que la magia pueda llegar hasta nosotros, haciendo de Extremadura una tierra de portentos.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de castillos encantados que desvelan en esta noche a sus mágicos inquilinos, de extravagantes reinas moras que solo en esta fecha pueden ser vistas por los ojos humanos y de encantadas que montan sus tiendas y ofrecen los más variados objetos, como la bella joven de la fuente de la Serrana, cerca de Plasencia.
Y es que rodeada de murallas y circundada por el río Jerte, la señorial ciudad de Plasencia constituye sin duda un lugar para vivir la leyenda, especialmente una noche mágica como la de San Juan.
El arroyo Niebla, punto mágico de la Noche de San Juan (Extremadura Secreta)
Esa noche en la ciudad no solo salen de sus cautiverios las moras encantadas, sino también hebreas como la camarera judía que en esta noche aparece en el interior del puente de Niebla, en el antiguo camino que unía Malpartida con Plasencia, ofreciendo un verdadero banquete mágico servido en cuencos y vasos provenientes del saqueo del templo de Jerusalén.
Y es que, incorporado ya a la ciudad, convertidas sus orillas en un agradable paseo para ciclistas y corredores y el puente antiguo en una moderna obra de cemento, el legendario puente de Niebla en la noche de san Juan debe ser para los fantasmas como la Puerta del Sol en Nochevieja para los madrileños, gozando del mismo tránsito fantasmagórico que un castillo escocés a medianoche.
Y otro de esos personajes espectrales en una mujer desencajada que recorre el cauce del río en esta noche mágica. Cuenta la leyenda que hace ya algunos siglos, precisamente en una noche de San Juan, dos hermanos de noble familia, los Monroy, se batieron en duelo mortal por el amor de una dama. Un duelo a muerte sin padrinos, sin testigos y sin condiciones.
Cuenta el sacerdote Sendín Blazquez que una noche como aquella se recordará para siempre, porque la luna se encabritó avergonzada, las estrellas se apagaron y por la sierra de Santa Bárbara aparecieron crespones negros de las nubes cargadas de venganza. Cuenta que el trueno restalló seco y tonante entre las vaguadas de los arroyos, que temblaron las somnolientas torres y los hidalgos de las casonas despertaron, ignorando todavía que allí, junto al arroyo, dos de sus hijos se batían hasta la muerte.
Los Monroy, caídos en el suelo, desangrados y agonizantes, en un momento de lucidez postrera descubrieron lo absurdo de su conducta, y deslizándose penosamente el uno hacia el otro, murieron en un abrazo fraternal, hasta que la sangre que fluyó por sus heridas se fundió en un solo reguero que vertió en el arroyo.
El puente de Niebla, aun transformado por el tiempo, mezcla en sus aguas la sangre de los Monroy (Extremadura Secreta)
Al día siguiente todos los altozanos sintieron bajar una tupida niebla que, como un sudario blanco, cubrió las riberas del fétido arroyo, que desde entonces recibió el sobrenombre de “Niebla”.
Dicen que en la Noche de San Juan, en el aniversario del triste suceso, se puede ver el espíritu de una bella dama que vaga desencajada y penitente por la zona. Y aunque algunos pensamos que será una encantada de las muchas que pululan por la zona en la noche de marras, el sacerdote aseguraba que el espectro no es otro que el fantasma de la indecisa joven causante del triste duelo, castigada injustamente tras su muerte a deambular año tras año por los alrededores del suceso, penando con su alma inmortal la desdicha y el dolor de tanta vida cortada.