En Extremadura hay funcionarios, y funcionarios. Aún siendo empleados públicos, no es lo mismo ser funcionario del Gobierno central que funcionario de la Junta de Extremadura. Para todos debe regir El Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP), que acaba de cumplir el décimo aniversario de su publicación, pero no se ha aplicado de igual forma en todas las administraciones. Su desarrollo está incompleto, aunque una de las regiones en las que su implantación ha sido absoluta es en Extremadura; eso sí, sólo en la administración que depende de la Junta. Los empleados públicos del Estado y en menor medida los de la administración local, no se han podido beneficiar de algunas de las mejoras laborales que comprende este texto legal.
La entrada en vigor de este texto el 13 de abril de 2007 abrió la puerta a la carrera profesional, la promoción y la clasificación de los trabajadores en sus ámbitos administrativos e hizo posible el cobro de los trienios para los interinos y temporales. Estas materias que ya están implantadas en la administración autonómica extremeña no se dan en la Central.
En este sentido, la falta de desarrollo más llamativa es la relativa a la Administración General del Estado, por ser competencia exclusiva del Gobierno central que, en estos 10 años, no ha mostrado compromiso alguno con los empleados públicos que de él dependen. Es más, desde el Ejecutivo central con la excusa de la crisis económica no solo no ha desarrollado el texto sino que todos los derechos y mejoras laborales que el EBEP recoge las ha suprimido, tales como vacaciones, permisos, bajas laborales y su regulación, etc.
En estos 10 años, las plantillas del conjunto de las Administraciones Públicas han perdido 320.000 empleos, a los que se sumarán otros 232.000 que están a punto de jubilarse. Una tendencia a la baja que no se detiene porque según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), el empleo en el sector público se ha reducido en 14.600 personas en el último año, mientras que ha aumentado en 428.500 personas en el privado.
Esta falta de oferta de empleo público ha ocasionado que el nivel de precariedad de las administraciones se haya disparado con 680.900 personas con empleo temporal en todo el estado de las que 14.000 corresponderían a Extremadura. Estas cifras tan altas plantean volver al texto del EBEP y abordar el problema de la interinidad en ámbitos como la sanidad o la educación, así como la consecución de la jornada de 35 horas semanales y la recuperación del poder adquisitivo que acumula una pérdida del 20% con una bajada de sueldo y varias congelaciones salariales.
Todas estas cifras hacen necesario adaptar el EBEP a las nueva realidad socioeconómica y profesional de los empleados públicos, para lo que hay establecer equivalencias entre todas las carreras mediante la coordinación de las distintas Administraciones; conceder el derecho a hacer carrera al personal temporal de larga duración; extender la jubilación parcial a los empleados públicos, introducir una mayor seguridad jurídica para el personal laboral o la planificación de los recursos humanos incidiendo en la consolidación o la movilidad voluntaria entre administraciones.
El Gobierno Central tiene la obligación de recordar que el EBEP dio respuesta a las necesidades que, durante muchos años, tenían las Administraciones Públicas al democratizar el marco de relaciones laborales del conjunto de empleados públicos y establecer un modelo homogéneo de Función Pública pero respetando la realidad territorial, competencial y sectorial.