>

Blogs

Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

Se acabó la Fanta y la fantasía

A la de una a la de dos y a la de tr… fue lo último que escuchó Bernardino antes de perder el conocimiento tras resbalar con un patito de goma manco del ala que su hijo había dispuesto estratégicamente para repeler el ataque de un pez gamba de colores indeterminados que su hermana le iba a lanzar en cuanto se descuidase el padre que sostenía en aquel momento, antes de caer fulminado, la piñata, tres vasos con Fanta y panchitos adheridos, el regalo del mayor y unas sandalias para su mujer que se había quejado del calor reinante en la sala tras disputarse con su hermana las miradas de profundo desprecio del geiperman de carne y hueso en que se había transformado de segundo a tercero de BUP el sobrino de su marido, Angelito. Hasta aquí, lo normal.
Bernardino volvió en sí pocos segundos después tras arrojarle el geiperman Angelito una jarra de agua, jarra incluida, a la cara de pánfilo que se le había quedado blanco como un mantel hecho a mano por la hermanas Carmelitas en el Monasterio de Santa Terencia, monja que pasó a ser santa y luego a mejor vida. O sea, que Bernardino volvió en sí más por el impacto de la jarra que por el líquido que esta contenía, y pronunció esta misteriosa oración intrincada, algo inusual en él, que era más de respuestas cortas: “Habiendo llegado hasta aquí por la fuerza de los hechos, me gustaría comunicarle a mi familia, aprovechando el nutrido grupo que se congrega hoy en la que es, por ahora mi casa, pues dudo que pueda seguir pagándola ahora que he descubierto hace apenas unos minutos, vía sms, que mi contribución al fortalecimiento de un sistema capitalista reacio a cualquier tipo de cambio que suponga un menoscabo en las indemnizaciones millonarias que recibirán tipos con una formación impecable y una administración imperdonable al frente de entidades bancarias, ha llegado a su fin”.
La cuñada fue la primera que habló, y aunque era natural de Pontevedra, donde había vivido 43 de sus 44 años, su impecable acento castizo con deje de Moratalaz pasaba inadvertido, al contrario que los dos conos de helado XL que se había implantado el verano anterior para mantener viva la llama de la pasión entre su marido y ella, que no sentía placer alguno al practicar un coito matinal insípido los martes y los jueves, pero temía desilusionar a su marido, por lo que decía ay y uy y así así con mecánica disposición, que al marido, puesto a ello, le pasaba inadvertido, y disfrutaba un poquito imaginando las caricias y perversiones que le haría el sábado por la mañana, tras el partido de paddel, la sensual Verónica, previo paso por caja en alguna tienda de lo que el denominaba, no sin cierta guasa, paseo por la calle de los abalorios y los trapitos caros.
Y lo que dijo la cuñada fue lo siguiente:  “Estoy totalmente convencida de que estaremos mejor fuera, pues se ha quedado una tarde estupenda, ¿verdad?” Los familiares de Bernardino y la mayoría de los conocidos de su mujer, que eran hombres de procedencia social diversa, similar altura física y conversación insustancial, marcharon al jardín en fila india y en riguroso orden atendiendo a su segundo apellido, pues había muchos López y García de primero, lo que complicaba la operación, y pudieron constatar que se había quedado una tarde estupenda para marcharse al centro comercial y adquirir, previo intercambio monetario vía tarjeta de crédito o efectivo en billetes de 20 y 50, libros de autoayuda que les entusiasmaría ojear in situ, libros que olvidarían sin arrepentimiento alguno en cualquier estante del salón o en la mesilla de noche, debajo de un periódico dominical en el que un joven y prometedor columnista advertía, con una prosa elegante y certera, que los excesos derrochadores a los que nos estábamos todos acostumbrando, él incluido, tendrían una consecuencia devastadora a medio plazo para la economía, empezando por él mismo, que al final de esa semana tendría que marcharse a buscar un nuevo trabajo o quedarse en el que estaba y hacerlo gratis hasta que escampase la crisis, y que, según sus cálculos, le cogería con 55 años recién cumplidos y la previsión de una crisis mucho peor que la anterior a la vuelta de la esquina.

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


junio 2012
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930