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Francisco Carramiñana

Salud para todos

Las bacterias intestinales y la temperatura medioambiental en la Diabesidad (y III)

Para terminar con esta serie de entradas al blog en las que he tratado de hablar de otros factores que son importantes en la prevención de la DIABESIDAD (Diabetes+obesidad), la unión de dos epidemias del siglo XXI en la sociedad industrializada, responsable de la principal causa de muertes de origen cardiovascular por infarto de miocardio, accidente cerebrovascular ,…

 

He tratado en dos blogs anteriores  sobre  el  control de peso durante la gestación y evitar la toxicidad medioambiental (14-11-14),  de la necesidad de ser ordenados con las comidas y mejorar el sueño nocturno (21-11-14) como esos otros factores que son necesarios conocer y abordar para variar el curso de la epidemia de DIABESIDAD en base a la prevención de las enfermedades cardiovasculares y sus consecuencias que son tanto a nivel individual, el infarto o ictus que cada cual pueda sufrir, como colectivo por las pérdidas de productividad  y cargas de cuidados que conllevan cualquier evento cardiovascular, así como los elevados costes de la asistencia sanitaria del evento y los posteriores cuidados crónicos que amenaza seriamente el mantenimiento del actual sistema de salud y de la sociedad del bienestar.

 

Nos queda pues hablar de

CUIDAR LAS BACTERIAS INTESTINALES.

CAMBIO DE LA TEMPERATURA MEDIO-AMBIENTAL.

De Sobre las bacterias intestinales o Microbióta  Intestinal.

Es evidente que la obesidad resulta de un exceso de energía ingresada y no consumida, pero  es conocido que ante situaciones de una alimentación  similar hay personas  que ganan más peso que otras, actualmente se considera  que existen otros factores interfiriendo y favoreciendo este acúmulo.  Uno de ellos serían las bacterias intestinales.

Hace algunos años se ha visto que la microbióta intestinal (para saber más pinchar aquí) de los obesos es diferente de los delgados,  y se piensa que este hecho puede tener relación con la obesidad.  Lo cierto es que las personas con obesidad tendrían cepas de bacterias intestinales diferentes a los delgados, que aprovecharían mejor los nutrientes entre otros efectos relacionados con las acciones de la microbióta intestinal.

 

Todo esto se ha observado en  estudios con animales de experimentación, unos ratones diseñados para ser obesos y engordar al hiperalimentarlos  con un tipo de dieta occidental, observando que al juntar estos ratones en el mismo espacio con otros sanos, estos últimos engordaron y desarrollaron hígado graso como los ratones obesos.

A partir de esta observación se han desarrollado  trabajos en sentido contrario dando un tipo de bacterias ácidas (“buenas”)  y demostrando que podría ayudar en la prevención de la obesidad (ver aquí ). También se han realizado experimentos trasplantando la flora intestinal entre ratones obesos y delgados comprobando como al realizar el paso de la flora de los ratones obesos a los delgados estos engordaban y a la inversa.

Hace tiempo se sugiere que la obesidad se propaga a través de los vínculos sociales (ver aquí) por unos trabajos desarrollados con la población del Framingham Heart Study,  origen de la principal fórmula del cálculo de riesgo cardiovascular. Según los datos acumulados en modelos animales y seres humanos, apuntarían a la existencia de un componente infeccioso, por tanto “contagioso”, en la obesidad y de hecho se trabaja en las terapias de administración de determinadas cepas de bacterias  y la posibilidad del trasplante de microbios para luchar contra la obesidad y la diabetes tipo 2, pues según parece  las personas con diabetes también comparten las peculiaridades de la microbióta intestinal ( ver aquí).

Mientras este tema se aclara y las posibles opciones terapéuticas se desarrollan, parece que las mejores opciones son:

Tomar alimentos menos manipulados y procesados
Reducir carnes y grasas de origen animal
Aumentar consumo de frutas y verduras
Evitar el uso indiscriminado de antibióticos

 

Y por supuesto, realizar ejercicio físico y llevar una vida saludable.

 

Del cambio de la temperatura medio-ambiental.

Es conocido el hecho de que tiritar aumenta el metabolismo basal en  5 veces y que vivir a  18-19ºC  incrementa el  gasto metabólico a expensas de incrementar la proporción de tejido adiposo marrón (-BAT- Brown adipose tissue) un tejido presente en bajas proporciones al nacer y que posteriormente se reduce a niveles mínimos en zonas del cuello, clavícula, paravertebral, alrededor de los riñones y capsula adrenal (ver imagen). Este tejido adiposo marrón se caracteriza por tener un mayor gasto energético a expensas de las reservas grasas, ayudaría al control del azúcar en sangre y mejora  de la sensibilidad  a la insulina (ver aquí), y por tanto funcionando como un tejido antiobesidad y antidiabético en los seres humanos.

La propuesta es realizar  un  “entrenamiento térmico”  con exposición a temperaturas ligeramente inferiores durante 5-8 horas, según hemos leído en el artículo mencionado, con una medida tan sencilla como bajar la calefacción de las casas a 19-20 ºC, que seguro tambien nos agradece el medio ambiente y nuestros bolsillos por el ahorro en la factura energética.

En la imagen se observa la distinta actividad de tejido adiposo marrón (más oscuro en la imagen) en sujetos delgados, en delgados y obesos con exposición a temperaturas bajas. Tomado de Chondronikola M et al, Diabetes 2014

Más información en:

GrandesMedios.com: frio como terapia para adelgazar

Congreso EASD 2016. Keypoints in diabetes: El paradigma del tejido adiposo parduzco

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Sobre el autor

Francisco Carlos Carramiñana Barrera, nacido en Zafra, Médico de Familia jubilado

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