La gordofobia, o “fobia a la obesidad”, se refiere a la discriminación, estigmatización o prejuicio hacia las personas con sobrepeso u obesidad debido a su apariencia física que en el entorno sanitario, no sólo médico, lleva a algunos profesionales a relacionar cualquier dolencia con el exceso de peso y prescribir dieta y/o ejercicio como solución principal de los problemas de salud que tienen, muchas veces sin valorar otras cuestiones del malestar.
A nivel social se manifiesta en forma de burlas, estereotipos negativos, comentarios hirientes, exclusión social y, en algunos casos, incluso en discriminación laboral o acceso limitado a servicios y oportunidades.
La obesidad es una “enfermedad crónica” basada en la adiposidad (acumulo excesivo de grasa en el cuerpo) que está relacionada con más de 200 patologías. Sus causas son múltiples, desde la genética, alteraciones hormonales, interacción de determinados fármacos, trastornos psiquiátricos, la microbiota intestinal, desinformación dietética o estrés crónico, entre otras muchas.
Investigaciones recientes la consideran una “enfermedad cerebral” puesto que existe una compleja interacción de factores neurológicos, hormonales y psicológicos que influyen en la regulación del peso corporal.
Podemos decir que el sobrepeso/obesidad es una condición que puede ocasionar problemas de salud a corto, medio y largo plazo, a pesar de lo cual debemos evitar etiquetar a las personas como “enfermo” “obeso” “gordo”,…sin que normalizar la imagen corporal de la “persona que vive con sobrepeso/obesidad” sea la solución para desterrar la gordofobia.
Por lo dicho antes no podemos fijar en una sola causa u hormona la responsabilidad del acumulo de grasa y esto hace que su tratamiento debe ser individualizado con un enfoque integral y humanizado por un equipo multidisciplinar-multiprofesional que considera la atención a la salud cerebral, la nutrición, la actividad física y resto de factores que puedan estar contribuyendo a la obesidad.
Un reciente informe llamado HASPO ((Humanización de la Atención Sociosanitaria a la Persona que vive con Obesidad) en sus conclusiones resalta la necesidad de sensibilizar a la sociedad, administración, organizaciones y a los profesionales sanitarios sobre las “personas que viven con obesidad” realizando numerosas recomendaciones para afrontar la obesidad, muchas de ellas para reducir el estigma (gordofobia). Considera clave sensibilizar y ampliar la formación de los profesionales sanitarios, sobre todo de Atención Primaria (en quienes recae la prevención, tratamiento y cuidado de las complicaciones), recalcando en el concepto de la obesidad como enfermedad, su gravedad y la importancia del estigma asociado. Hace algunas recomendaciones simples como que dejen de medirla solo por el índice de masa corporal (IMC), prescribir dietas en un papel, que en los centros sanitarios haya sillas adecuadas, camisones de tallas más grande,…Y muy importante también en entornos no sanitarios, como centros deportivos, que están escasamente preparados para personas con obesidad (eliminar espejos en las salas, máquinas adecuadas a sus tamaños,…) o permitir en el caso de los niños que los padres entren en los vestuarios porque esos espacios son una fuente de “estigmatización”.
Como ya he referido a nivel social la gordofobia se asocia con un estigma social negativo, en la creencia errónea que existe una falta de voluntad, o que las personas que lo padecen son perezosas o glotonas. Esto refleja el desconocimiento de la sociedad sobre esta enfermedad lo que promueve los prejuicios y estigmas en las personas que viven con obesidad que puede llevar a la discriminación y el maltrato en forma de burlas, comentarios hirientes, estereotipos negativos, exclusión social, … hasta la discriminación laboral. Todo ello termina afectando a la estima y el bienestar de la persona que vive con obesidad.
Las principales consecuencias psicológicas son generadas por el rechazo percibido que origina un impacto muy negativo en el bienestar psicológico. El sentimiento de rechazo daña a la autoestima provocando culpa, vergüenza, creencias negativas hacia uno mismo, insatisfacción corporal. También da lugar a conductas de salud dañinas como restricciones alimentarias, atracones, aislamiento social e incluso autolesiones.
Puntualizaría que la obesidad no es algo que cause enfermedad mental, sino que se asocia, influye,… En función muchas veces de la relación que la persona establece con la obesidad a lo largo de su vida.
Todo esto que comentamos (haciendo referencia a la pregunta anterior) influye en el desarrollo de problemas psicológicos como la depresión, ansiedad, baja autoestima, mayor riesgo de autolesiones, incluido el comportamiento suicida, y mayor consumo de alcohol u otras sustancias.
Además, me gustaría señalar que el problema no es simplemente que la obesidad causa problemas psicológicos, sino que la presencia de estos es un factor que influye negativamente en el tratamiento de la obesidad. Esto se debe a que algunas de las características de estos problemas psicológicos son la disminución o aumento del apetito, apatía, existencia de creencias negativas acerca de uno mismo y de las propias capacidades, distorsión de la imagen corporal, etc., sintomatología que puede interferir tanto en la propia enfermedad de obesidad como en la adherencia a las pautas médicas. La idea más importante es que esto afecta a su vez a la relación con el tratamiento de la enfermedad.
Esta es la pregunta del millón. Y en este punto remarco la importancia que tiene que todos comprendamos que la obesidad es una condición compleja en la que pueden estar implicados factores genéticos, ambientales y sociales y que, por tanto, culpabilizar o estigmatizar a las personas que viven con obesidad dificultará su tratamiento.
Respondiendo a tu pregunta, creo que motivar a una persona con sobrepeso/obesidad pasa por individualizar y humanizar el trato con ellos en el que se contemple el respeto, la dignidad y compresión promoviendo entender las causas y los desafíos a los que se enfrentan estas personas, evitando la estigmatización o culpabilizarlo de sus problemas de salud, en este sentido recordar que nadie quiere estar enfermo.
Por supuesto, esto implica que en el abordaje del sobrepeso/obesidad se deberían implementar más recursos sanitarios con equipos multidisciplinar/multiprofesional que le acompañen durante todo el proceso, que es largo, desde los que se promueva una atención médica más justa, equitativa y humanizada con promoción de estilos de vida saludables, la educación sobre la diversidad corporal y la promoción de actividad física accesible y amigable adaptada al tamaño o la forma corporal. Y hacer accesible todos los tratamientos disponibles con equidad e independientemente de donde uno resida.
Estoy seguro de que en estos entornos deseables mejorarían los resultados de salud en las personas que viven con obesidad y en la sociedad en general.
PD: esta entrada ha sido realizada a partir de una entrevista con el periodista Antonio Pérez y que se publicará en la revista Agenda Zafra Rio Bodión, en la que ha colaborado mi hija Blanca Carramiñana (Psicóloga clínica)