Aunque las alergias e intolerancias alimentarias no son necesariamente más frecuentes durante el verano en comparación con otras estaciones del año, hay varios factores relacionados con el verano que podrían contribuir a la percepción de un aumento en ambas.
Antes de describir estos factores es conveniente definir una y otra. Una alergia alimentaria es una reacción inmunológica anormal del sistema inmunitario del cuerpo a ciertos alimentos, mientras que la intolerancia alimentaria es una reacción adversa a los alimentos que no involucra una respuesta del sistema inmune, que ocurre cuando el cuerpo tiene dificultades para digerir o procesar ciertos componentes de los alimentos, como azúcares, proteínas o aditivos, la más conocida es la intolerancia a la lactosa, un hidrato de carbono de la leche.
Cuando una persona alérgica consume un alimento al que es sensible, su sistema inmunológico reacciona exageradamente produciendo anticuerpos llamados inmunoglobulina E (IgE). Estos anticuerpos desencadenan la liberación de sustancias químicas, como la histamina, en el cuerpo, lo que causa síntomas alérgicos que pueden variar desde leves, como picazón y urticaria, hasta graves, como dificultad para respirar o un choque o anafilaxia. Las alergias alimentarias suelen ser específicas de ciertos alimentos o grupos de alimentos y pueden afectar a diferentes partes del cuerpo.
Las personas con intolerancia alimentaria pueden experimentar síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, hinchazón, diarrea o gases.
Los factores que durante el verano pueden influir en que se presente alguna de estas dos alteraciones alimentarias incluyen:
1.- Mayor consumo de alimentos al aire libre: Durante el verano, es común participar en actividades al aire libre como barbacoas, picnics y fiestas en las que se consumen alimentos preparados fuera de casa o en restaurantes al aire libre o de temporadas. En estas situaciones, puede haber una mayor exposición a alimentos que pueden desencadenar alergias e intolerancias alimentarias. Además, es posible que los alimentos se preparen en condiciones menos controladas, lo que aumenta el riesgo de contaminación cruzada o la presencia de alérgenos ocultos. Esta es una de las principales recomendaciones a tener en cuenta cuando se visitan países en los que los controles sanitarios son deficitarios o menos exigentes.
2.- Consumo de alimentos refrigerados: En el verano, las altas temperaturas pueden hacer que las personas opten por consumir alimentos refrigerados o que requieran refrigeración, como ensaladas, salsas o postres lácteos. Estos alimentos son más propensos a la proliferación bacteriana si no se almacenan adecuadamente, lo que aumenta el riesgo de infecciones bacterianas y puede causar síntomas similares a las intolerancias alimentarias.
3.- Mayor ingesta de alimentos ricos en histamina: Algunos alimentos, como los mariscos, los embutidos, el queso curado y ciertas frutas y verduras, pueden contener niveles elevados de histamina, que dijimos es liberada durante una reacción alérgica, y también puede causar síntomas similares a las intolerancias alimentarias en personas sensibles. Durante el verano, es más probable que se consuman estos alimentos ricos en histamina, lo que podría contribuir a la aparición de síntomas alérgicos o de intolerancia en individuos sensibles.
En las personas alérgicas al polen también es posible la aparición de las reacciones cruzadas entre los alérgenos del polen y las proteínas de las frutas (manzanas, cerezas, peras,…) y verduras, conocido como “síndrome de alergia oral”
4.- Mayor exposición a insectos: Durante el verano, hay más presencia de insectos, como abejas, avispas o mosquitos. Las picaduras o mordeduras de estos insectos pueden desencadenar reacciones alérgicas en algunas personas. Además, las reacciones alérgicas a las picaduras de insectos pueden agravarse si se consumen ciertos alimentos, como mariscos o frutas cítricas, que pueden contener sustancias que amplifican las reacciones alérgicas.
Algunos consejos para evitar las alergias o alguna intolerancia alimentaria:
– Muy importante leer la información en las etiquetas de los alimentos antes de comprar cualquier producto para comprobar que no contienen ingredientes que puedan causar alergia o intolerancia alimentaria conocida.
– Limpiar correctamente los utensilios de cocina y las superficies donde preparas los alimentos para evitar contaminación cruzada.
– Si tienes alergia al polen de algunas plantas, intenta evitar comer frutas y verduras crudas que contengan polen. Por ejemplo, algunas personas pueden experimentar síntomas al comer melón, sandía, zanahorias y apio,…
– Si eres intolerante a la lactosa, probablemente desees elegir productos lácteos bajos en lactosa, como yogur, leche sin lactosa o queso sin lactosa, que son más fáciles de digerir.
– Si eres alérgico al marisco, debes ser extremadamente cuidadoso al comer fuera, ya que algunos restaurantes pueden usar utensilios o aceites de cocina que contienen mariscos y que pueden contaminar los alimentos. No olvides comunicar cualquier alergia alimentaria al comer en restaurantes o fuera de casa.
– Si tienes una alergia alimentaria grave, es recomendable llevar un autoinyector de epinefrina contigo en todo momento, especialmente si vas a llevar tus comidas al aire libre o si vas a salir a comer en familia o amigos.
Es importante tener en cuenta que tanto las alergias como las intolerancias alimentarias son una condición individual y pueden manifestarse en cualquier época del año.
Si tienes sospechas de tener una alergia o intolerancia alimentaria, te recomiendo consultar a un médico o a un especialista en alergias o nutrición para recibir un diagnóstico y recibir orientación sobre cómo manejar tu condición.
Buen verano, cuídense.
Artículo publicado en la revista Agenda Zafra nº 30
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