La “dermatitis atópica” o “eczema atópico” no está de moda, siempre está presente en el día a día de la población infantil (15-20%) y los adultos (1-3%) afectados, y por supuesto en los padres y cuidadores de estos niños.
La dermatitis atópica ha aumentado de forma notable en la sociedad industrializada, atribuido a la mayor presencia de factores precipitantes internos o endógenos (genéticos e inmunológicos) y los externos o exógenos como son las infecciones, la sequedad ambiental, la mayor presencia de factores irritantes como son la infinitud de sustancias químicas con las cuales hemos multiplicado el contacto, el mismo agua o la lana. También se cree relacionado con la presencia de mayor proporción de sustancias químicas en la alimentación, el estrés psicológico,…que terminan por alterar la función protectora de la piel.
Por suerte, su desarrollo es benigno y en el 80% de los casos de dermatitis atópica que aparecen en la infancia la evolución es favorable antes de alcanzar la adolescencia.
¿De qué se trata?
Se trata de una inflamación de la piel que se manifiesta como “piel seca y picor”. Se inicia en la época de lactante y en los primeros años de vida, prolongándose unos años con periodos de mejoría y empeoramiento.
Su causa responde a varios factores hereditarios y relacionado con varios genes, que se traduce en que el organismo tiene mayor facilidad para irritarse, por reacción frente a diversas situaciones, sustancias o materias frente a las que la mayoría de las personas no responden y, por tanto, no se irrita su piel.
Existe una predisposición familiar de padecer asma bronquial, rinitis o conjuntivitis alérgicas frente a agentes medioambientales, y también de presentar otros eccemas.
¿Cómo se manifiesta?
El síntoma principal es el picor y la sequedad de la piel en localizaciones típicas como son toda la cara ( menos el triángulo formado por la nariz y la boca), el tronco y las superficies anteriores de los codos o posteriores de las rodillas.
En función de la edad suele variar la localización de las lesiones y el tipo de lesión, así en:
Lactantes (3 meses a dos años) predomina en cara tórax y extremidades. El tipo de lesión es como placas rojas, a veces vesículas que pueden echar líquido y acabar en costra.
Infancia (2 a 12 años) se presenta sobre todo en nuca, ambas extremidades, muñecas y tobillos. La piel aparece muy seca resquebrajada y con algunas lesiones secundarias al rascado continuo por el picor. En esta edad es normal que puedan aparecer otras dermatitis o eccemas (pitiriasis alba,…)
En el adolescente y adulto: se localiza en el cuello, cara (particularmente alrededor de ojos y boca), y en las zonas de flexión de muñeca, rodillas y dorso de las manos, como podéis ver en el dibujo. Las lesiones son como las del niño secas y
engrosadas
Como puedo saber si mi hijo tiene dermatitis atópica?
El diagnóstico no precisa de pruebas complicadas y, como en muchas enfermedades, la clínica es la base del diagnóstico para lo que pediatras, médicos de familia y dermatólogos aplican los mismos criterios, que son: la presencia de picor y lesiones en las distribuciones típicas de cada edad, tener algún familiar con asma, rinitis o alergias , y que los síntomas aparezcan en brotes.
Hay otros síntomas y lesiones que también pueden aparecer en la piel de los niños o adultos con atópia, por lo que requieren la consulta con un profesional sanitario para determinar la relación con la dermatitis atópica. Algunos signos pueden ser típicos en estos niños, como es la presencia de un triple pliegue en la parte interna o junto a la nariz bajo el parpado inferior, la lengua geográfica o rasgada, la piel de lagarto (resquebrajada y seca), el enrojecimiento de los pómulos o la palidez alrededor de la boca, etc…; pero como todos ellos pueden ser debidas a otras causas es mejor consultar con un profesional sanitario.
La realización de pruebas complementarias puede ser necesario en algunas ocasiones para descartar que haya alteraciones específicas de otras enfermedades, y para comprobar si hay elevación de la Inmunoglobulina total (IgE en sangre) y alguna Inmunoglobulina específica, sobre todo en los trastornos respiratorios acompañantes, como el asma o la rinitis alérgica. Cuando las lesiones son muy húmedas es conveniente realizar un cultivo de las secreciones, para valorar la sobreinfección por bacterias (habitualmente el Staphylococcus aureus), de origen vírico (herpética) o por hongos.
En casos especiales puede ser necesario recurrir a una toma de un trozo de piel (biopsia cutánea) para diferenciarla de otras lesiones de la piel.
Ante la sospecha de alergia al polen, alimentos u otras sustancias es recomendable realizar pruebas de alergia en la piel.
Cuando se produce un brote muy agudo, muy extenso o con importante inflamación de la piel (celulitis) o una sobreinfección grave puede ser necesario la hospitalización .
¿Cuál es el mejor tratamiento para la piel atópica?
No existe un tratamiento curativo ni definitivo, es necesario individualizar el tratamiento y especialmente adiestrar a los padres de los niños con este proceso a cuidarlos muy bien.
En general el tratamiento persigue aliviar los síntomas y reducir/eliminar las lesiones de la piel, tratar de que los brotes de enfermedad se distancien en el tiempo, modificando el proceso crónico, y proporcionar una buena calidad de vida al niño y sus padres.
Las medidas generales de higiene son fundamentales en el tratamiento de los brotes y a todo lo largo del proceso de la enfermedad y para ello nada mejor que el paciente y sus familiares sean adiestrados en los cuidados básicos, que comprendan la enfermedad, su evolución, identifiquen los factores desencadenantes y aprendan a manejar los tratamientos tópicos en forma de jabones, emolientes, lociones, pomadas,…
Los consejos generales para el cuidado de la dermatitis atópica son:
Cuando se presenta un brote leve o moderado en los primeros días se pueden utilizar corticoides tópicos dos veces al día, según indicación del profesional que consulte (máximo durante 3 semanas). Es fundamental la limpieza de la piel, eliminando escamas y/o costras. Se recomienda utilizar lociones o cremas cuando las lesiones son húmedas y pomadas cuando son secas o están cronificadas. Posteriormente hidratar y seguir el cuidado con preparados específicos. La principal complicación de los corticoides tópicos es la atrofia de la piel que se minimiza utilizándolos correctamente y si con los cuidados generales y el tratamiento específico se prolonga el tiempo entre brotes y , por tanto, la utilización de corticoides.
En caso de que las lesiones supuren o estén infectados se emplearan además antibióticos o antivirales por vía oral, y los corticoides tópicos hasta que desaparezcan los síntomas.
Como tratamiento de mantenimiento pueden indicarle algunos productos específicos (tacrolimus, pimecrolimus) que han demostrado evidencias en el control de la dermatitis atópica, ampliando el tiempo entre brote y brote cuando se aplican adecuadamente en las zonas de piel afectada cuando están libres de lesiones.
Para brotes generalizados o cuando no responden a los tratamientos tópicos existen tratamientos generalizados más intensivos que pasan por la derivación al dermatólogo quien los aplicará de forma individualizada en función de las características, respuesta de las lesiones,… Estos tratamientos generales van desde los corticoides orales, inmunosupresores (azatioprina, ciclosporina,…), los rayos UBA de banda estrecha y PUVA, antihistamínicos para los picores, las inmunoglobulinas,…. o los fármacos biológicos como el infliximab, …
¿Qué es lo que no debes hacer?
Nunca debes abandonar el cuidado permanente de la piel, siguiendo las instrucciones del profesional sanitario que te cuide, ni desesperar ante la repetición de los brotes, tampoco tener sentimientos de culpabilidad.
Nunca creas a todos los que anuncian “preparados milagrosos”, consulta siempre con tu médico/pediatra/dermatólogo.
No debes utilizar cremas o lociones perfumadas.
Prohibir el baño en piscinas o en la playa/río/pantanos (aguas abiertas), ya que puedes usar cremas protectoras antes del baño y aclarar abundantemente la piel tras el baño y usar las cremas protectoras e hidratantes adecuadas para su piel.
No debes retirar ningún alimento de la dieta, salvo que mediante pruebas específicas o por la clínica se demuestre una relación directa con los brotes.
No debes frotar la piel ni utilizar cremas hidratantes durante el brote agudo, irritan la piel
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