Aunque pueda parecer que la enfermedad cardiaca es cosa de hombres, lo cierto es que en EEUU, una de cada cuatro muertes en mujeres es por una enfermedad cardiaca. A pesar de ello, la mujer no tiene conciencia de cómo le puede afectar la enfermedad cardiaca, sólo el 54% de ellas reconocen su importancia y conocen que todos los años se produce similar número de muertes por enfermedad cardiaca y cáncer. Otras causas de estas diferencias entre hombres y mujeres, respecto a las enfermedades cardiacas, son la escasa presencia de las mujeres en los estudios sobre enfermedades cardiovasculares (una media del 20%) y la menor importancia que los profesionales sanitarios hacemos en la valoración del riesgo cardiovascular y de los síntomas cardiacos en las mujeres, puesto de manifiesto en diferentes estudios, entre ellos el estudio LadyDiab de la RedGDPS (pendiente de publicar resultados).
En general, en la mujer se diagnostican y tratan menos ciertas situaciones clínicas relevantes, como pueden ser la diabetes mellitus y la cardiopatía isquémica. Así, casi dos tercios (64%) de las mujeres que mueren repentinamente de enfermedad cardíaca coronaria no tienen síntomas, otras experimentar angina de pecho (malestar o dolor agudo intenso y sordo en el pecho) que a veces refieren como ardor dolor en el cuello / mandíbula / garganta o dolor en la parte superior del abdomen o la espalda. Estos pueden ocurrir durante el descanso, comenzar durante la actividad física, o ser desencadenados por estrés emocional.
Según un reciente documento de la American Heart Association (ver aquí) se pone de manifiesto que las mujeres ingresan por un primer infarto agudo de miocardio con una edad mayor que la de los hombres (71,8 frente a 65 años), mueren más en el primer año tras el infarto (26% en las mujeres frente al 19% en los varones), que es especialmente mayor en el grupo de mujeres más joven, de 45 a 55 años. En parte se relaciona con que la mujer llega más tarde al hospital e inicialmente recibe terapias menos agresivas ( menos terapias de reperfusión y cirugía de revascularización). Otros factores que ensombrecen el pronóstico postinfarto en la mujer es que se realiza menos prevención secundaria y la mujer tiene menor adherencia a los tratamientos farmacológicos.
Resulta fundamental que tanto hombres como mujeres, y especialmente éstas, reconozcan los cinco principales síntomas de un ataque al corazón, haciendo posible una asistencia sanitaria precoz , fundamental para mejorar los resultados finales en caso de un Infarto Agudo de Miocardio.
Las mujeres son más propensas a tener los síntomas menos característicos como son el cansancio inusual, las náuseas o los vómitos, lo que unido a la menor percepción de riesgo por las propias mujeres parece ser el principal motivo de retraso en solicitar y, por tanto, recibir asistencia.
Los principales factores de riesgo para la Cardiopatía Isquémica que se describen en la mujer son conocidos por todos, se trata de la presión arterial alta, los niveles altos de colesterol LDL (sobre todo en mujeres menores de 65 años), el tabaquismo (muy alto en las menores de 55 años) y la diabetes mellitus. Además son importantes para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular los estilos de vida no adecuados como las dietas muy grasas, la inactividad física o el exceso de alcohol, que condicionan situaciones de sobrepeso y obesidad, especialmente la concentrada en la cintura abdominal, que debemos evitar a toda costa como recientemente nos recomendaba el Dr JM Cruz Fernández de Sevilla, Jefe de Cardiología del Hospital Virgen Macarena (ver artículo) . Por último, las situaciones de estrés mental y la depresión pueden también condicionar o precipitar un ataque cardiaco, y repercutir muy negativamente en la recuperación tras el infarto ¡¡¡cuidemos la salud emocional!!!.
Conocer y corregir estos factores de riesgo y condicionantes resulta fundamental para evitar la enfermedad cardiovascular, especialmente en la mujer. Todos nos debemos implicar en ello desde las propias mujeres, su entorno familiar, los profesionales y las autoridades sanitarias.