¿Últimamente hay mucha información, no sé si verdadera o falsa, que avisa de que algunos edulcorantes, no sé cuáles, provocan cáncer? (CHC)
He recibido esta interesante pregunta, tras las dos últimas publicaciones en las que aparecía el tema de los edulcorantes artificiales. Para resolver esta pregunta y cuando existen cuestiones polémicas, información controvertida y diversas teorías sobre un tema, en mi opinión, “el sentido común y lo más razonable” es buscar argumentos científicos y evidencias recurriendo a fuentes oficiales y fiables, en este caso representada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), a nivel nacional, y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dentro de la Unión Europea.
De la Comunidad Científica he consultado la posición de la Fundación para la Diabetes (FD) y a nivel internacional las recomendaciones de la Federación Internacional de Diabetes (IDF) y la Asociación Americana de Diabetes (ADA) sobre el uso de los edulcorantes artificiales en la diabetes mellitus, considerando que el tema de seguridad interesa a una población que consume habitualmente estos aditivos en mayor medida y en diferentes productos (bebidas, postres, dulces, productos lácteos, chicles,..).
A su vez, estas instituciones realizan sus recomendaciones sobre las evidencias disponibles de las bases de datos de rigor científico (PubMed, Cochrane, Medline Plus,…) o incluso consultando en la Asociación Americana de Dietistas que dispone de su propia base de datos sobre evidencias y consultan la opinión de los usuarios.
Pero centrándonos en la pregunta, durante mucho tiempo se ha polemizado sobre los efectos cancerígenos de estos edulcorantes, basado en algunos ensayos clínicos realizados en animales. De hecho el ciclamato ha estado prohibido durante mucho tiempo en EE.UU. y la sacarina en Canadá. El aspartamo también ha sido relacionado con estos efectos y está contraindicado en algunas personas, como aquellas que padecen una alteración del metabolismo conocido como fenilcetonuria, por contener trazas de fenilalanina, estando obligado a advertirlo en el etiquetado del producto que lo contenga.
Las referencias al “caso aspartamo” datan desde su comercialización en la década de 1980 con diversos estudios publicados por entonces y sin aportar la suficiente evidencia para retirarlo del mercado, entre otras causas, por estar realizados en animales de experimentación, falta de rigor o metodología científica, no haber podido establecer una relación causal-temporal, pues la generalización y el crecimiento exponencial de su consumo no se ha visto reflejado en el mismo aumento de los tumores con los que se relacionaba (cerebrales, linfomas, leucemias,…).
En un artículo aparecido en 2008, sobre las “Consecuencias de la exposición a agentes cancerígenos durante la vida” (ver aquí) se recogen los datos de una selección de estudios realizados en ratas por los laboratorios del Centro de Investigación del Cáncer Cesare Maltoni de la Fundación Europea Ramazzini, que llama la atención sobre la confirmación del efecto multipotencial carcinogénico del aspartamo y como la exposición desde el desarrollo (etapa prenatal y postnatal) agrava estos efectos. En las conclusiones destaca que el tiempo de latencia de la mayoría de cánceres (es decir, el tiempo transcurrido entre el inicio de la exposición a los riesgos de cáncer y la manifestación clínica de cáncer) puede abarcar desde 20 a 40 años y que el problema hoy día es que podemos estar ante una posible epidemia de cáncer de dimensiones importantes y cada vez en edades más tempranas, proponiendo tomar las medidas adecuadas para evitar la difusión y consumo de estos productos que tienen demostrado, en estudios de animales, su potencial efecto carcinogénico a largo plazo. Posiblemente éste y otros trabajos han llevado a una revisión sobre la seguridad del aspartamo.
Con respecto a los productos alimentarios aprobados por la AESAN indicar que todos pasan por controles de seguridad, que permiten establecer que no representan ningún peligro para la salud del consumidor en las dosis propuestas, con los datos científicos disponibles. Como garantía de todo lo anterior y de que ha sido aprobado para el consumo por la Unión Europea se le asigna un número E-, utilizado en el etiquetado para estar perfectamente identificado y que el consumidor decida elegir o evitar el consumo de alimentos que contengan determinados aditivos.
En mi consulta realizada a AESAN no existe una alerta para los edulcorantes artificiales, a pesar de su amplio y prolongado consumo en el mundo civilizado, y sobre el aspartamo (ver aquí) encontramos que es reevaluado por la EFSA en 2011 (ver aquí), con el análisis de unas 600 bases de datos, en los que están incluidos los 112 estudios sobre aspartamo que permitieron su autorización en los años 80. El informe debió publicarse en septiembre de 2012, pero ha sido aplazado y fijado a mayo de 2013, por tanto, debemos esperar con interés el resultado de la evaluación de todos estos estudios.
Con respecto a las recomendaciones sobre el uso de edulcorantes artificiales en las personas con diabetes, a nivel nacional, la posición de la Fundación para la diabetes queda reflejado en un artículo del Dr. Calle (ver aquí) considerando seguro su consumo para las personas, al igual que la IDF , quien considera rechazados por falta de rigor o metodología científica los estudios que implicaban al aspartamo en la producción de ciertos canceres (ver informe de 2004 aquí). La ADA y la Asociación Americana del Corazón, en su informe de 2012 (ver aquí), no entran a dudar sobre la seguridad de los edulcorantes artificiales no nutritivos para el consumo de las personas como sustitutos de los edulcorantes calóricos, siempre que se realicen con prudencia y juiciosamente.
También realicé una búsqueda en Google con la palabra “aspartamo”, encontrando aproximadamente 417000 entradas y con “aspartamo cancerígeno” unas 3800. De ellas te hago la sugerencia del blog “Gominolas de petroleo” (ver aquí)
Sobre un envase comercial de “aspartamo” he realizado un cálculo del número de pastillas/día que debería consumir todos los días sin sobrepasar la dosis de seguridad recomendada que es de 40 mg por cada kilo de peso y día , es decir unos 2800 mg al día (2,8 gramos) para una persona de 70 kilos. En el producto que he consultado la proporción de aspartamo es del 11,5 gr por cada 100 gr de producto, por lo que cada pastilla contiene 6,5 mg de aspartamo, lo que viene a representar unas 430 pastillas al día todos los días. Este consumo máximo, al borde de la dosis de seguridad recomendada, está bastante lejos del consumo habitual de cualquier persona.
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peso neto del envase de aspartamo |
Número de pastillas |
Peso de cada pastilla |
Máximo consumo de pastillas/ día en adulto de 70 kg 40 mg/kg peso/día |
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3900 mg |
650 |
60 mg |
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6,9 mg (aspartamo al 11,5%) |
430,8 |
RESUMEN
A pesar de las controversias sobre el efecto cancerígeno de algunos edulcorantes artificiales, hasta el momento todos los enunciados en el blog están autorizados para su uso en nuestro país.
En general, se aconseja hacer un uso moderado y juicioso de ellos, estando su uso habitual muy lejano de la dosis máxima diaria de seguridad recomendada.
De lo dicho, se puede deducir que el posible efecto cancerígeno dependerá de la cantidad y duración de la toma del edulcorante artificial, hasta que haya un informe definitivo sobre la seguridad de aspartamo debemos esperar y ser prudentes.
Mi consejo: como nadie nos puede dar seguridad al 100% de ningún producto, lo más aconsejable y saludable puede ser cambiar de productos periódicamente (unas veces aspartamo, otras sacarina o ciclamato,….) o no tomarlo de forma continuada si no podemos rehusar su consumo, como es en el caso de las personas con diabetes”.
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